PUBLICACIÓN: 24-MAR-2025

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Cómo el sargazo hundió el barco de Francisco en la costa amazónica


El cinturón de algas marinas se expande en la región y ya ha provocado naufragios. Esta planta se dispersa por todo el Océano Atlántico, impactando de manera diferente en cada rincón del planeta.

  • Por:
  • Alice Martins Morais

Hace casi un año que el "mato" volcó el barco del pescador artesanal Francisco Neto en la costa de Amapá, en las aguas del Parque Cabo Orange. "Mato" es el término local para referirse al sargazo, una alga que se ha convertido en un dolor de cabeza para los pescadores ribereños del extremo norte de Brasil.

Era un día de trabajo más para Francisco, de 25 años. Su rutina consiste en pasar hasta 20 días en el mar. Su embarcación, pequeña y de madera, llevaba 12 días en faena cuando, al final de la tarde, alrededor de las 17:00, él y sus cuatro compañeros fueron sorprendidos por una densa marea de sargazo.

Los pescadores usan redes de enmalle para garantizar la pesca tanto para sus familias como para la venta local. Mientras izaban la red, sintieron un peso inusual que parecía no tener fin. Cuatro hombres sujetaban la red, cada uno en una esquina, mientras el mar agitaba la embarcación. Inexpertos ante una situación así, pensaron que podrían recuperar la red, pese a notar que el sargazo la había envuelto por completo. Continuaron tirando hasta que la alga cubrió toda la superficie del barco. "Había como seis toneladas de 'mato' en la red", estima Francisco.

El barco podía cargar hasta seis toneladas de pescado con hielo, siempre que estuvieran bien distribuidas en la bodega. El problema fue que el sargazo se acumuló en la cubierta superior, provocando un desequilibrio fatal. Hacia las 19:00, decidieron regresar a tierra firme, pero al acelerar un poco, el peso del sargazo hizo que el barco volcara. "No tuvimos ni tiempo de pedir ayuda por radio", relata Francisco.

El pescador Francisco Neto



Francisco
Francisco y su padre, Valmir Mendonça
Foto: Davi Marworno

El grupo quedó a la deriva, aferrado al casco invertido de la embarcación, siguiendo el vaivén de la marea y esperando que alguien los encontrara. La noche cayó, el frío se intensificó y el miedo creció. No fue hasta alrededor de las 5:00 de la mañana que avistaron barcos en la distancia; dos de sus compañeros nadaron hacia ellos para pedir auxilio.

A pesar de pasar toda la noche en el mar, el accidente no dejó heridos. Sin embargo, los pescadores perdieron toda la carga de 12 días de trabajo, además de la red, el radio, el GPS y otros equipos a bordo, incluidos sus teléfonos móviles. Francisco estima las pérdidas en unos 40.000 reales ( unos 140 mil pesos mexicanos). No obstante, lo que más recuerda de ese momento es el inmenso susto: "El primer pensamiento fue la muerte, ¿no? Es inevitable. Recé a Dios para que no muriéramos allí. Pensé en mi familia, sentí una gran ansiedad. Por suerte, uno de los muchachos me habló y me tranquilizó un poco", cuenta. "Si volvemos a encontrarnos con este 'mato', ahora sabemos que es mejor cortar la red y seguir adelante", afirma.

El dueño del barco es su padre, Valmir Mendonça, de 53 años. Aunque tiene otra embarcación con la que siguen trabajando desde el naufragio, aún no han recuperado los daños del accidente. "Fue muy complicado, ¿sabes? Ahora estoy empezando a planear cómo conseguir una nueva red. Tuve que pedir un préstamo y darle una mano de pintura al barco", lamenta Valmir.

Lo que les ocurrió también le ha pasado a otros pescadores de la región. "Antes no había [sargazo], pero ahora, ¿cuántos barcos ya se han volcado por culpa de eso? He visto barcos grandes, realmente grandes, perder sus redes por este 'mato'. Se enreda de tal forma que después ya no se puede usar", describen.

Los pescadores no saben con certeza de dónde proviene o qué provoca la proliferación del sargazo, pero aseguran que lleva al menos cuatro años causando problemas, especialmente durante la temporada de lluvias, como en marzo y abril.


Las causas de la proliferación del sargazo en el Atlántico, entre el Golfo de México y la costa de África Occidental, aún no están del todo claras. Sin embargo, la propia Amazonía podría estar contribuyendo al problema.

Así lo sugiere un estudio publicado en 2022 por un grupo de investigadores de tres instituciones científicas brasileñas. Los científicos pasaron cerca de 11 meses recolectando muestras en la Plataforma Continental Amazónica, una franja del océano que se extiende desde la costa hasta profundidades de aproximadamente 200 metros. La investigación permitió analizar los componentes presentes en el agua durante diferentes épocas del año.

Las conclusiones apuntan a una relación entre la expansión del sargazo y la concentración de nitrógeno en el agua, uno de los nutrientes clave para su crecimiento. Carolina Cidon Mascarenhas, doctoranda en la Universidad Federal de Pará (UFPA) y coautora de la investigación, explica que el aumento de este elemento podría deberse a la intensificación de actividades humanas cuyos efectos desembocan en los ríos. “Observamos que entre 2008 y 2018 hubo un incremento en la deforestación para destinar tierras a la agricultura y la ganadería. Eso contribuyó al aumento del nitrógeno, que acaba en la plataforma continental", señala.

Sargazo mundi

A este factor se suma el uso de fertilizantes, ricos en nitrógeno. Sin la barrera natural de la vegetación, las lluvias arrastran estos nutrientes hacia los ríos, que luego los transportan al océano. Otro factor es la falta de sistemas de alcantarillado adecuados: sin un tratamiento apropiado, los desechos y microorganismos, que también contienen este elemento químico, llegan al mar, favoreciendo la proliferación del cinturón de sargazo en el Atlántico.



Video: Alice Martins Morais

“Con este estudio, hemos resaltado la necesidad de una gestión más eficaz de los recursos y de las prácticas agrícolas", afirma Mascarenhas. El tema, según la investigadora, requiere un mayor diálogo entre diferentes sectores para encontrar soluciones. “Las concentraciones de sargazo afectan la biodiversidad marina e impactan en el turismo, por lo que es importante un monitoreo continuo y una gestión adecuada de los recursos hídricos”, concluye.

Para Mascarenhas, este esfuerzo en investigación y políticas públicas debería ser transfronterizo, ya que lo que comienza en América del Sur sigue las corrientes marinas y acaba afectando playas en otros países, como Trinidad y Tobago, cuya economía depende en gran parte del turismo, e incluso México, donde los esfuerzos para combatir el crecimiento del sargazo han derivado en soluciones basadas en la naturaleza.