Bajo el mar
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Hace
veinte
años
se utilizó por primera vez el término "microplástico" para identificar a los fragmentos microscópicos de desechos plásticos; desde entonces su carga ambiental se ha intensificado, pero también la identificación de fuentes y su distribución ambiental.
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Existen
múltiples
fuentes,
incluidos los microplásticos primarios en cosméticos y pinturas, así como los gránulos y escamas utilizados para fabricar productos plásticos, junto con microplásticos secundarios generados por la degradación de artículos grandes.
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Los
microplásticos
pueden
redistribuirse por el viento y el agua y desde entonces se han reportado en diversos lugares, desde la superficie y fondo del mar hasta las montañas más altas, así como en paísajes polares, lagos y ríos.
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Existe
un gran
potencial
científico en los océanos, por lo que los científicos exploran cómo han afectado a estos ricos ecosistemas las más de 8 mil 300 millones de toneladas de plástico que se han fabricado desde su invención hace más de 70 años.
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Con el
objetivo de
mejorar
las posibilidades de detectar microplásticos en los lugares más remotos, como la fosa abisal Sigsbee del Golfo de México, un grupo de científicos mexicanos, desarrolla una estrategia de detección mediante microscopía de fluorescencia.
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A bordo
del buque
oceanográfico
Justo Sierra de la UNAM, se llevo un nuevo microscopio de bajo costo para identificar partículas en muestras de agua y sedimento del fondo marino.
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Falta
documentar
zonas profundas
del Golfo de México para reconocer el impacto de estos materiales en los diferentes ecosistemas marinos. Se biuscan instrumentos de bajo costo para lograr estos objetivos con mayor facilidad.