Cohuecan, corazón del barro con plomo y semillero del nuevo esmalte

Texto: JUSTINO MIRANDA

Marcelina

SAN BARTOLO COHUECAN, Pue.- En venta y uso de esmalte con plomo todos los caminos llevan a San Bartolo Cohuecan y San Marcos Acteopan, en Puebla, pero también son el punto de gestación de un nuevo modelo de manufactura de alfarería sin plomo, con distintos hornos y técnicas que igualan en calidad a las piezas vidriadas con greta, el polvo comercial que tiene plomo y sílice.

Un sector de alfareros de este pueblo trabaja desde hace más de dos años con la nueva técnica y están convencidos de la alternativa artesanal, principalmente porque bajaron sus niveles de plomo en la sangre, medidos cada semestre y, aseguran, lo mismo sucederá con los clientes que guisan y consumen sus alimentos en productos de barro sin plomo.

“Aquí casi todo el pueblo sigue usando la greta. Nosotros empezamos a trabajar el esmalte sin plomo porque nos decían que ese polvo hacia daño. Nos hicieron exámenes de sangre y nos encontraron como el 40%. Al principio no sentíamos nada, pero después nos enfermábamos y no sabíamos el origen”, dice Marcelina Emilia Morales Genis, una de las casi 20 alfareras de la zona que elaboran piezas sin esmalte con plomo.

Neftalí Aldama Baeza cuenta asimismo que hace dos años, aproximadamente, algunas de sus compañeras registraron niveles de 30, 40 y 50 por ciento de plomo en la sangre, y al dejar de usar la greta esos niveles bajaron a 20, 15 y 10 por ciento, de acuerdo con nuevas pruebas de sangre.

En Cohuecan, comparten, los alfareros se contaminan con plomo en la sangre porque cuando colocan la greta en las tinajas, para zambullir las piezas de barro, no se lavan bien las manos y se llevan las partículas químicas a la boca.

Ahora usan el esmalte libre de plomo, es de color blanco y se compone de semillas, no pesa en el manejo, tampoco tiene sabor como la greta que sabe dulce, explica Marcelina.

Esta alternativa para abrillantar el barro persigue concientizar a productores y clientes, mantener arraigado la cultura de la alfarería como patrimonio nacional, coadyuvar en la economía de las familias alfareras y consumir productos que no ponen en riesgo la salud de los clientes, dice Netzy Peralta Delgado, coordinadora de Operaciones de Barro Aprobado de Pure Earth México, una organización sin fines de lucro que se enfoca en problemas de contaminación en países de bajos y mediando ingresos.

Sello sin plomo

Para incentivar la producción y consumo de obras de alfarería elaboradas con esmaltes libres de plomo, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), presentó en agosto pasado el Sello Sin Plomo, marca registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), que otorgará a los talleres artesanales que cuenten con un reconocimiento vigente y renovable por un año, que avale con el número de trazabilidad los estudios de laboratorios terceros autorizados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que cumple con los límites de plomo y cadmio solubles establecidos en la Norma Oficial Mexicana: NOM231-SSA1-2016.

“Este acontecimiento es importante porque le permite al consumidor tener la tranquilidad de que las piezas que adquieren cumplen con la norma vigente y para las y los artesanos que pueden distinguirse en el mercado para demostrar el esfuerzo que están haciendo en la sustitución del plomo”, dijo Emma Yanes Rizo, titular de Fonart, durante la inauguración el día de la feria artesanal “Lo bello y lo útil. Barro vidriado libre de plomo” en el Museo Nacional de Culturas Populares de la Ciudad de México.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, subrayó la colaboración de Fonart y Cofepris en estas acciones que buscan apoyar a que las y los artesanos transiten a mecanismos de producción que no afecten su salud ni la de las y los consumidores, ofreciendo productos libres de plomo.

También refirió que trabajan para subir la regulación a los productores primarios porque hay muy pocas compañías en México que importan insumos y producen reactivos para los esmaltes libres de plomo.




Calles del barro

San Bartolo y San Marcos, junto con San Felipe Cuapexco, San Andrés Ahuatelco, de Puebla, son referentes en producción de alfarería y abastecedor para los mercados de Morelos, Guerrero y otros estados del centro de México. Sólo en san Bartolo el 90 por ciento de sus habitantes, estimado en más de 5 mil, tienen a la alfarería como actividad comercial y es su principal soporte económico.

Aquí también se vende el polvo amarillento llamado greta, compuesto de sílice y plomo, que mezclado con agua se usa para esmaltar a las piezas de barro y lograr un brillo que cautive a los potenciales clientes.

Un vendedor de greta, situado en el corazón de Cohuecan, pide la reserva de su nombre y comenta que a su tienda llega mucha gente de Morelos, Tlaxcala y Puebla para comprar el polvo ofertado por mayoreo y menudeo, así como bultos de 25 kilos, por mil 900 pesos.

¿Le han dicho que puede estar en riesgo por el manejo de la greta?

Nos han comentado, pero desde que tengo conocimiento siempre nos han cocinado con ese producto.

¿Tiene miedo?

Pues el miedo está latente pero siempre usamos cazuelas para cocinar.

¿Pero el riesgo?

Sí, está latente, pero es nuestro trabajo, nuestro oficio, responde.

La alcaldesa Minerva Domínguez Gallares es reconocida por organizaciones civiles, como Pure Heart, y su comunidad, por participar en los programas de barro sin plomo y buscar el apoyo constante de los gobiernos estatal y federal para fortalecer la actividad de barro libre de tóxicos.

Paulatinamente son más los alfareros que abrazan el barro libre de plomo a pesar del golpe a su economía, por el cambio, como el caso de Neftalí Aldama Baeza, cuya familia usa esmalte sin tóxico desde hace dos años.

Habla de la dificultad para concientizar a los clientes sobre productos sin plomo, del cocimiento de las piezas a una temperatura más alta y el alza del precio por los costos de producción.

¿Qué le dice la gente?

“Al público le agrada la idea de que les ofrezcamos un producto que no es tóxico para la salud, pero además mantenemos la cultura de nuestro barro”, explica.

Neftalí insta a sus compañeros alfareros a comenzar la transformación y aunque es difícil por la carencia de hornos, habla de los apoyos recibidos por la fundación Clarios, el Fondo Canada y el banco HSBC para adquirir hornos comunitarios.

Son hornos cerrados con placas refractarias que ayudan a subir la temperatura, pero sus precios pueden alcanzar los 60 mil pesos, por lo tanto, piden a las fundaciones multiplicar su ayuda para construir más hornos y mejorar salud de alfareros y sus clientes.