Texto: Miriam Ramírez y Emilio Godoy
Fotografía: Luma López
PUBLICACIÓN: 01-ago-2022
Las zonas afectadas por la industria petrolera están en Tabasco, Morelos, Veracruz, Hidalgo, Puebla y Campeche
Una parvada de patos silvestres descansa sobre una estructura de metal corroído y oxidado que conduce gas extraído por Petróleos Mexicanos (Pemex) en el área natural protegida Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla, en Tabasco.
En este lugar, uno de los humedales más importantes de México por su diversidad de especies acuáticas, existen 55 campos con 295 pozos petroleros de Pemex, instalados desde los años cincuenta para la exploración y extracción de gas.
Un potente silbido lleva la atención a una tubería que surge de la profundidad del pantano. Es un pozo petrolero activo. Rodeado de lirio acuático y de una vegetación que cubre por completo la estructura, una fuga de gas afectaría al pozo.
Se encuentra en la zona de amortiguamiento de la reserva, donde comienza un recorrido realizado para este reportaje en los Pantanos de Centla –que reúne a manatíes, diversidad de aves, cientos de pozos petroleros deteriorados y comunidades sin acceso a agua potable y drenaje–.
Desde 2018 hemos venido reclamando al gobierno y ellos dicen que Pemex no contamina, pero vea esto" reclama Deniss Muñoz Potenciano mientras señala un pozo con fuga de gas. Es el líder de la federación de cooperativas pesqueras “La Unión” de Macuspana, que suma unos mil 400 agremiados.
“Y, ¿en qué repercute todo esto? En las pérdidas económicas que ha tenido el sector pesquero”, agrega.
Aunque la presencia de Pemex y la producción han disminuido en las últimas décadas, la infraestructura vieja, deteriorada, con fugas y en algunos casos abandonada por la compañía es parte de una compleja problemática que afecta a los Pantanos de Centla, su biodiversidad y pobladores.
El impacto de Pemex en áreas naturales protegidas (ANP) no se limita a Tabasco. Un análisis del Registro de Pasivos y Emergencias Ambientales de Semarnat y de accidentes ambientales documentados por la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), órgano desconcentrado de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) entre 2008 y 2020 permitió identificar 5 ANP que han sufrido afectaciones por Pemex.
Se trata del Corredor Biológico Chichinautzin, en Morelos; el Parque Nacional Cañón del Río Blanco, en Veracruz; la Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa, en Hidalgo y Puebla; Laguna de Términos, en Campeche, y Pantanos de Centla.
En estas cinco áreas de gran relevancia ambiental y que ostentan diversas categorías de protección nacional e internacional, Pemex ha provocado 313 contingencias ambientales.
La zona más impactada es Laguna de Términos, donde infraestructura de Pemex ha sufrido 291 incidentes, de los cuales 76 son derrames, 67 fugas, 3 incendios y el resto consisten en otro tipo de afectaciones.
Laguna de Términos es el Sitio Ramsar mexicano más extenso, con una superficie de 705 hectáreas. Es vecina de Pantanos de Centla y, entre las dos áreas protegidas, forma una de las cuencas hidrológicas más importantes de México, bañadas por los ríos Usumacinta y Grijalva.
En 2018, la muerte repentina de decenas de manatíes movilizó a las cooperativas pesqueras que exigieron una revisión a las instalaciones de Pemex en Pantanos de Centla. Los pescadores aseguran que la empresa gubernamental tiene responsabilidad en los fallecimientos. Pero Pemex y ASEA niegan ese vínculo.
Sin embargo, las muertes continúan, y las causas de esta mortandad aún son desconocidas.
El presidente declara agua sana y ríos limpios, y qué limpios podemos tener los ríos si están llenos de pozos petroleros y en esas condiciones, expresa el pescador Deniss.
En agosto de 1992, la reserva fue declarada ANP y en 1995 se incluyó en los humedales de importancia internacional Sitios Ramsar.
Tiene una superficie de 302 mil hectáreas y es la novena ANP más extensa de entre los 142 sitios que México ha inscrito en la Convención Ramsar.
Foto: Luma López
Según el Programa de Manejo de la Reserva, al interior del área protegida hay al menos 72 comunidades de no más de 500 habitantes, en los municipios de Centla, Macuspana y Jonuta, en el noreste de Tabasco.
Los poblados están asentados sobre los bordes de los ríos. Son unos pequeños pedazos de tierra que no superan los 100 metros de ancho. Allí se han edificado casas de madera y lámina, con huertos de maíz y criaderos de gallinas, patos y pavos para el autoconsumo.
En el recorrido que avanza sobre el río Bitzal se observan pobladores que transportan garrafones con agua potable, cartones de cerveza, costales de maíz y niños que regresan de la escuela sobre sus cayucos movidos con remos de madera.
Aquí no hay agua potable ni drenaje. La gente está tomando esa agua, se baña, come de esa agua. Ahora vemos casos de cáncer en pescadores y niños con enfermedades renales”, asegura Deniss Muñoz.
La Reserva es atravesada por tres ductos de hidrocarburos que van de la Sonda de Campeche al Complejo Petroquímico de Ciudad Pemex, una distancia de unos 96 kilómetros, según indica su Programa de Manejo.
En el área hay 55 campos petroleros, de los cuales 18 están en las dos zonas núcleo de la reserva, que son los espacios destinados a la conservación a largo plazo.
En esa zona, que es la más importante para la preservación, operan los campos petroleros Hormiguero, Usumacinta y Cobo, que generan diariamente 10.8 millones de pies cúbicos de gas natural. Sin embargo, la producción es mínima comparada con el histórico de estos depósitos que han llegado a generar hasta 337 millones de pies cúbicos diarios, según la Base Nacional de Campos Petroleros.
El resto de los campos en las zonas núcleo está inactivo.
El decreto que crea el ANP no impide que Pemex explote la zona, pero prohíbe que se realicen nuevas intervenciones sin manifestaciones de impacto ambiental.
A la par de la muerte de manatíes, la crisis pesquera cobra fuerza en la zona con la reducción de especies en tamaño y cantidad. El grupo que encabeza Muñoz Potenciano exige que Pemex desazolve los canales alrededor de los pozos petroleros, donde, aseguran, el agua está contaminada.
En esto coincide Juan Carlos Romero Gil, director de la Reserva de la Biosfera, organismo administrado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Explica que Pemex ha dejado un impacto histórico con la modificación hidrológica que se generó cuando se construyeron canales y se crearon bordos para trazar los campos petroleros.
La presencia de canales con necesidades de dragados, bordos creados por las comunidades para la ganadería y la sobreexplotación con redes pesqueras generan severos problemas hídricos en la reserva.
Tenemos problemas de calentamiento de agua. Si el agua se estanca, se calienta, se abate el oxígeno, baja el PH (acidez) y se muere todo”, explica el biólogo.
El funcionario no minimiza el impacto de los pozos pero asegura que la disminución de la actividad petrolera en las últimas décadas ha dado un respiro al área protegida.
Destaca que cada año la Conanp realiza inspecciones a los pozos para vigilar posibles fugas y afectaciones al ambiente. Pero plantea que Pemex debería retirar 80 por ciento de la infraestructura que no está en funciones.
Las válvulas esas ya no tienen ninguna función. Lo mejor es que las quiten y que dejen un tubo para no perder el pozo y seguir supervisando”, dice.
Si la política petrolera nacional no se dirige hacia la extracción de gas, Pantanos de Centla sobrevivirá entre retos complejos, como la necesidad de rehabilitar el sistema hidráulico, que no ha sucedido.
Mientras ese día llega, pescadores como Deniss insisten en la urgencia de que Pemex actúe a favor del pantano.
El ecosistema es muy bonito, pero si no hacemos algo se nos va a destruir”, lamenta.
Foto: Luma López
Azucena conduce un cayuco con motor que ella misma ha comprado para trasladarse por los pantanos hacia el corazón de la reserva, donde monitorea la temperatura y la acidez del agua, y registra la presencia de aves como el martín pescador, la garza tigre o la cigüeña jabirú, una de las aves acuáticas más grandes de América.
La joven de 21 años, que habita en Bitzal segunda sección –una pequeña comunidad asentada en los márgenes del río Chilapa–, forma parte del Programa de Conservación para el Desarrollo Sostenible (Procodes) que la Conanp desarrolla para que la comunidad monitoree, registre y entienda los cambios en su entorno.
Foto: Luma López
Este miércoles por la tarde, Azucena vuelve del recorrido mensual hacia el núcleo de la reserva; su padre, el pescador César Winzig, observa orgulloso a su hija primogénita mientras estaciona el cayuco a las afueras de su hogar.
“Estuvimos viendo el apareamiento de unos manatíes, eran como cinco animalitos”, cuenta emocionada Azucena a su padre, quien en los últimos años ha encontrado decenas de manatíes muertos en las zonas donde opera la cooperativa pesquera “Laguna El Cuervo”, que César preside.
El 19 de julio, una semana después del recorrido para este reportaje, César encontró otro manatí muerto.
Todavía no sabemos por qué se mueren. Estamos teniendo una crisis aún, apenas la semana pasada encontramos animales muertos”, admite el director de la reserva, quien integra una mesa interinstitucional con los tres niveles de gobierno, para dar seguimiento a la mortandad del mamífero.
Romero Gil explica que las muertes podrían ser multifactoriales y enlista diversas hipótesis que los expertos manejan.
Mi teoría personal es que sufren choques de calor, sube la temperatura del agua, empiezan a moverse a buscar lugares más aptos y se topan con redes de pesca, se encuentran con 40 a 50 redes que no los deja moverse adecuadamente”, explica el biólogo.
Pero también señala que en los análisis forenses han encontrado materiales pesados que podrían provenir de fertilizantes, aceites y aguas residuales que son arrastradas por la cuenca de los ríos Usumacinta y Grijalva que alimentan el humedal.
Otra teoría que tomó fuerza en 2018 fue la presencia de cianobacterias que aparecen cuando empeora la calidad del agua. El biólogo lo descarta, ya que al año siguiente, cuando se restablecieron las condiciones del agua, persistió la muerte de manatíes.
Hay especialistas que dicen que acumulan residuos en su grasa derivado de lo que comen, agroquímicos, desechos, se envenenan y se mueren. Pero no hay una causa específica, no se encuentra una sola causa.
De 2018 a la fecha se mantiene activa la mesa de seguimiento a la mortandad del manatí en Pantanos de Centla que está integrada por ASEA, Profepa, Conanp, autoridades municipales y estatales, entre otras dependencias. Sigan tratando de encontrar las causas.
Uyutot-ja es una expresión maya chontal que significa La Casa del Agua. Ese es el nombre que lleva el centro de sensibilización ambiental de Pantanos de Centla, un espacio educativo que desde hace 20 años ha explicado, informado y concienciado a las comunidades que habitan en la reserva sobre la importancia de proteger el humedal.
Ubicado al norte del área natural, en el municipio de Frontera, a Casa del Agua se llega por una estrecha carretera custodiada por frondosos manglares a los costados y una serie de baches sobre el camino que advierten del abandono en el que se encuentra el centro educativo.
Casa del Agua nació en 2003 como una iniciativa de la organización civil Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable AC. Durante años, la asociación civil gestionó recursos de Pemex para operar el lugar, pero con la crisis petrolera el financiamiento bajó drásticamente a partir de 2017.
En 2019, la negativa federal de entregar recursos públicos a organizaciones civiles terminó por desaparecer el único financiamiento del centro educativo. Y luego llegó la pandemia por Covid que obligó a cerrar las instalaciones y despedir a su personal. Casa del Agua solo abre cuatro días a la semana.
Foto: Luma López
Ya tiene varios años que Pemex no da ningún apoyo”, asegura la bióloga Sandra González Moreno, directora del centro.
En 2017 tuvimos que cerrar por siete meses porque, de veras, ya no había manera de abrir; volvimos porque la misma comunidad lo pedía y luego llegó la pandemia y Dios mío, fue un caos”, explica la bióloga, que dirige un equipo de una guía, un encargado de mantenimiento y un vigilante.
El centro educativo tiene cinco salas museo en forma de antiguos palafitos sobre el pantano, en alusión al tipo de viviendas que usaban las comunidades indígenas de la zona.
Cuenta con una torre de observación de 20 metros de altura, desde donde vigilan los constantes incendios que aquejan a la zona y desde la cual se pueden apreciar los tres brazos que forman los ríos Usumacinta y Grijalva en su desembocadura hacia el Golfo de México.
El reto actual es la obtención de al menos 3 millones de pesos para operar durante un año y restaurar un sendero de madera de mil 500 metros que conduce al interior de la reserva.
Foto: Luma López
El futuro lo vemos muy, muy negro. Hemos tocado puertas en gobierno del estado, en Turismo, les decimos ya vamos a cerrar y nos dicen ‘no, no, no cierren’, pero pues… Así seguimos”, lamenta.
Pemex no solo sigue con la polución de la Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla, sino también ha cortado el apoyo a las organizaciones que desde hace años protegen el ecosistema.