Un magno

estudio

formado por 120 investigadores de 27 países analizó durante ocho años cientos de parcelas en zonas áridas de los seis continentes.

El estudio en

zonas áridas

encontró que las plantas que se encuentran en este tipo de ecosistemas se han adaptado mejor en hábitats extremos, generando más diversidad de formas y funciones para crecer.

La diversidad

de

elementos

químicos y oligoelementos (como nitrógeno, fósforo, calcio, magnesio y zinc) que se encuentran en las plantas, ejercen una fuerte influencia en su funcionamiento.

Algunas

plantas

han

desarrollado niveles elevados de calcio, fortaleciendo las paredes celulares como protección contra la desecación. Otras contienen altas concentraciones de sal para reducir la transpiración.

En

la

actualidad

varias plantas silvestres son estudiadas para entender sus adaptaciones a climas extremos y mediante herramientas biotecnológicas identificar los genes útiles en distintos campos, como la agricultura.

Un mejor

entendimiento

de las especies vegetales frente al cambio climático brinda posibilidades para mejorar la seguridad alimentaria y promover la preservación del ecosistema.