Tormenta emocional
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Algunos
ejemplos
de
relaciones tóxicas son aquellas donde parece imposible salir. La codependencia esconde dinámicas de abuso y manipulación. Los constantes conflictos se explican por tormentas inacabables de amor-odio.
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La
investigación
científica
sobre las relaciones tóxicas destaca su grave impacto en la salud mental y física, lo que provoca ansiedad, depresión, baja autoestima e incluso trastorno de estrés postraumático (TEPT) debido a factores como la angustia emocional y el estrés crónico derivado de vínculos traumáticos.
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El sistema
de recompensa
del
cerebro puede activarse por el refuerzo intermitente presente en estas relaciones, creando un ciclo de adicción que dificulta abandonarlas.
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Los especialistas
señalan
que las
relaciones tóxicas a menudo tienen fases de tensión, explosión y reconciliación, en las que se alternan agresión y afecto, creando un ciclo de adicción a las emociones.
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Un
experimento
en ratas
realizado por el psicólogo conductista B.F Skinner mostraba como los animales se obsesionaban con una palanca que los proveía de comida azarosamente. El circuito de recompensa del humano también se activa cuando recibimos señales de aprobación y validación externa.
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El estrés
crónico
de las
relaciones tóxicas puede deteriorar los sistemas del cuerpo, y sus efectos pueden persistir incluso después de la ruptura, lo que requiere ayuda profesional y un enfoque sobre la resiliencia de las víctimas.
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Las
personas
tóxicas
no necesariamente son las parejas, podrían ser las personas más cercanas a la víctima, como el núcleo familiar, compuesto por padre, madre y hermanos o amigos cercanos.