A diferencia de otros insectos, las mariposas ajustan continuamente el ángulo de su cuerpo mientras vuelan, modificando la orientación de sus fuerzas aerodinámicas para asegurar que los golpes de sus alas proporcionen suficiente fuerza vertical mientras contrarrestan la gravedad. Este ajuste permite a las mariposas generar la fuerza adecuada para mantener el vuelo estacionario, que es retomado por la biomimética para diseñar vehículos que compensen las fuerzas aerodinámicas para mantener altitud y posición.