Un mundo nos vigila

El tercer satélite Sentinel-1 de Copernicus fue lanzado hace unos días a bordo de un cohete Vega-C desde el puerto espacial europeo en la Guayana Francesa. Sentinel-1C amplía el legado de sus predecesores, ya que proporciona imágenes de radar de alta resolución para monitorear el cambiante entorno de la Tierra, respalda una amplia gama de aplicaciones y hace avanzar la investigación científica. Además, Sentinel-1C introduce nuevas capacidades para detectar y monitorear el tráfico marítimo. El proyecto de la ESA uno de los múltiples proyectos de satélites con los que cierra el año.

Alta resolución

Este año due lanzado MethaneSat, la última incorporación al creciente conjunto de tecnologías que vigilan la salud de nuestro planeta. Su objetivo es localizar fugas de metano procedentes de operaciones petrolíferas y de gas en todo el planeta -así como los índices de pérdida de emisiones- y seguir su evolución a lo largo del tiempo. El metano, que es el principal componente del gas natural, es el segundo mayor contribuyente al calentamiento global después del CO2. Su concentración en la atmósfera se ha más que duplicado en los últimos 200 años.

Vigilancia puntual al metano

La lista sigue creciendo: el año cierra con el lanzamiento de varios nanosatélites del tamaño de una caja de zapatos con aplicaciones específicas para monitorear los efectos del cambio climático. Los llamados CubeSats, podrían describirse como los nietos de las grandes misiones satelitales. Pueden desplegarse desde la Estación Espacial Internacional para probar nuevos experimentos científicos sobre el clima y extender el alcance de la estación en la investigación del cambio climático a un área mucho más amplia.

Pequeños gigantes