Sacar de órbita los satélites al final de su vida y garantizar que vuelvan a entrar en la atmósfera de la Tierra es una herramienta fundamental para mantener las “autopistas espaciales” libres de satélites obsoletos, prevenir colisiones en órbita y mitigar la creación de más desechos espaciales. La misión terminó oficialmente hace una década, pero siguió generando datos y paulatinamente se fueron apagando sus instrumentos y se gastó el combustible restante para garantizar su regreso a la órbita terrestre.