Odisea espacial

Starliner despegó de Cabo Cañaveral el cinco de junio para llevar a dos astronautas de la NASA, Suni Williams y Butch Wilmore, a la Estación Espacial Internacional para acoplarse al puerto delantero del módulo Harmony. La NASA y Boeing detectaron fugas de helio y experimentaron problemas con los motores de control de actitud de la nave el 6 de junio, cuando Starliner se aproximaba a la Estación Espacial. Desde entonces, los equipos de ingeniería revisaron datos, las pruebas de vuelo y tierra, así como los planes de contingencia de retorno. La incertidumbre y la falta de consenso entre los expertos los llevaron a concluir hace una semana que no era seguro regresar en la nave de Boeing.

El inicio de la historia

La incertidumbre y la falta de consenso entre los expertos los llevaron a concluir hace una semana que no era seguro regresar en la nave de Boeing. La NASA inició su programa de tripulación comercial hace una década con la intención de que dos compañías estadounidenses competidoras transportaran astronautas en la era posterior a los transbordadores. Boeing ganó el contrato más grande: más de 4.000 millones de dólares, en comparación con los 2.600 millones de SpaceX. SpaceX ya ha completado con éxito su primer vuelo con astronautas de los nueve que ha realizado en 2020, mientras que Boeing se vio envuelto en fallas de diseño que le costaron a la compañía más de mil millones de dólares.

Vuelos comerciales a prueba

Wilmore y Williams, que viajaron a la Estación Espacial Internacional en junio a bordo de la prueba de vuelo tripulado Boeing de la NASA, han estado ocupados, entre otras actividades, prestando apoyo a la investigación y el mantenimiento de la estación, así como las pruebas de sistema y análisis de datos de Starliner. Wilmore y Williams continuarán su trabajo oficialmente como parte de la tripulación de la Expedición 71/72 hasta febrero de 2025. Volverán a casa a bordo de una nave espacial Dragon con otros dos miembros de la tripulación asignados a la misión SpaceX Crew-9 de la agencia.

El futuro de Williams y Wilmore