“Busco a mi hermana y la busco como sea y donde sea, se lo prometí a mis padres antes de morir. Mi madre se fue y no he podido traerle su regalo”, dice.

Vanessa tuvo un accidente de auto en Pánuco, llamó a su hermana para decirle que habían llegado unos policías al sitio, que estaba bien pero necesitaba dinero. Fue la última conversación entre ambas.

Al momento de poner la denuncia por desaparición se cometieron omisiones y hubo extravíos de información, por lo que se tuvo que hacer de nuevo años después. Son once años de la ausencia de Vanessa Nahomí y las investigaciones continúan pero el paradero es incierto.

“Donde me dicen que la han visto he ido. En el penal de Apodaca, en Monterrey, me dijeron que les pareció verla. Para verificar, se realizó el papeleo y los permisos para ir al penal, pero era otra mujer trans. En Orizaba me dijeron que la tenían trabajando en la calle, que era explotada sexualmente. Mientras no aparezca uno sigue con la fe”, comenta Xóchitl.

Veracruz es la entidad que ocupó el primer lugar en asesinatos a personas de la comunidad LGBT de 2013 a 2018, de acuerdo con las organizaciones Letra S y Sida, Cultura y Vida Cotidiana. Actualmente es uno de los estados con mayores índices de violencia para las personas de la diversidad sexual y de género.

La activista veracruzana, Frida Méndez Oropeza, del colectivo Trans-Formando Vidas señala que hay una falta de voluntad por investigar los casos que afectan a la comunidad diversa y a esto se suma la violencia que se vive en la entidad. “Las agresiones son constantes hacia nuestra población. Veracruz es un estado muy inseguro, con el simple hecho de pertenecer a la población LGBT se pasa por discriminación y agresiones. Yo he tenido tres intentos de homicidio”.

“Para las poblaciones LGBT+ no existe la justicia ni pronta ni expedita. Las carpetas de investigación no avanzan, nada más se quedan ahí”, explica Frida Méndez.