Si bien el ADN ya había sido aislado en el siglo XIX e identificado químicamente a principios del siglo XX, su estructura no fue definida hasta la investigación de Franklin, Watson, Crick y Wilkins. El ADN toma esta forma doble de manera natural para poder replicarse por sí misma y para fortalecer su estructura, pues estas cadenas paralelas se pueden empujar en cualquier dirección sin romperse.