Cada uno de los pasajeros de estos vuelos espaciales puede tener una huella de entre 50 y 75 toneladas de CO2 emitidas en cuestión de minutos. Los cohetes de Blue Origin emplean oxígeno e hidrógeno líquido como combustible, pero no se trata de materiales inocuos, las emisiones de vapor de agua pueden impactar notablemente en la mesosfera y la ionosfera, dos capas mucho más altas de la atmósfera. Los vapores emitidos por los cohetes, aunque sean menores, tienen un impacto 500 veces más grande que lo expulsado por los aviones.