Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki fueron catastróficos, pero las investigaciones posteriores proporcionaron una enorme base de datos para el estudio de los efectos de la radiación ionizante en humanos. Las invesyigaciones realizadas en supervivientes y sus descendientes han revelado una serie de efectos a corto y largo plazo, incluyendo un aumento en la incidencia de cáncer, trastornos genéticos, efectos psicológicos y nuevos estudios genómicos.