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Sin escrituras, entre minas y con el Tren Interurbano encima


Los últimos kilómetros del Tren Interurbano México-Toluca corren por un terreno colmado de minas de arena, hundimientos e inundaciones. Se ha convertido en la zona más compleja de construir. Los colonos temen un accidente que produzca una tragedia.


Por Alejandra Crail

Es agosto de 2023 y la pesadilla apenas comienza. Solo dos metros delante de la puerta principal de la casa de Leonor Corona, un taladro gigantesco perfora casi sin descanso el suelo. Adentro, su nieto ve la televisión al volumen más alto, compite con el ruido de la maquinaria que se utiliza para construir la última parte del Tramo III del Tren Interurbano México-Toluca: 2.4 kilómetros complejos de la obra que empezó el gobierno de Enrique Peña Nieto y que 10 años después intenta terminar el de Andrés Manuel López Obrador.

Frente a su hogar, ubicado en la colonia Liberales 1857, alcaldía Álvaro Obregón, se instalan trabajadores con equipo pesado, escarban y taladran. Cortan los árboles frutales que tenía en el frente y que formaban parte de la Presa Tacubaya, un terreno propiedad del gobierno federal, donde sus padres se asentaron hace más de 60 años, cuando cuidaban la Mina Guadalupana.

Seis meses más tarde, febrero de 2024, los estragos de la obra brotan por la vivienda: la casa tiene un muro de ladrillo gris que se separa de la pared contigua, en el techo del cuarto de sus nietos se abre un boquete y en otra habitación el techo se cuelga, como si le hubiera salido una discreta barriga.

"Vivo con miedo de que se nos caiga la casa. Metieron debajo lo que ellos llaman anclas y se empezó a vibrar todo. Los tengo a dos metros trabajando y apenas están comenzando",

dice Leonor, con los ojos nublados por las lágrimas.

En esta colonia, que nació como un asentamiento irregular, sólo un predio fue adquirido por el gobierno para poder desarrollar la obra, según informó la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) como respuesta a una solicitud de transparencia realizada para este trabajo. Una suerte similar corren las otras colonias por donde avanza el trazo con rumbo a la Terminal Observatorio: El Capulín, Ampliación El Capulín y Acueducto, esta última donde el 16 de enero cayó una dovela de la obra encima de dos vehículos particulares.

Tanto el gobierno federal como la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México (Sobse) —encargada de la ejecución del proyecto en este tramo— han asegurado que no se requiere la liberación del Derecho de Vía porque el trazo se ubica sobre bienes del dominio público y el tren será elevado. El Derecho de Vía es una franja de terreno que se requiere para la construcción, conservación y protección de una vía general de comunicación ferroviaria, según la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario. Como mínimo, debe tener quince metros de cada lado de la vía férrea.

Sin escrituras, entre minas y con el Tren Interurbano encima

Desde su azotea, Leonor Corona observa la obra que ha deteriorado su vivienda en los últimos meses.
Crédito: Paola Reyes

La naturaleza de la colonia Liberales 1857 no permite ese margen de maniobra. La casa de Leonor está construida sobre el Derecho de Vía, lo mismo que otras 94 viviendas que se edificaron dentro de la zona federal de la Presa Tacubaya. Ninguno de sus habitantes tiene certeza jurídica de la propiedad que han habitado durante años. Los primeros habitantes, como Leonor, han vivido ahí unos 65; el resto, familias que invadieron el predio y que han sido presa de partidos políticos, 47.

Además, hay otros 280 lotes, de un total de 750 que conforman la colonia, cuyos ocupantes tampoco tienen escrituras, según el registro que tiene Rosa María Hernández, de la Comisión de Participación Comunitaria de la colonia.

Durante décadas han vivido con el riesgo de ser desalojados, que el suelo que habitan se hunda o se inunde. Coexisten con la corrupción política que avaló la invasión y los movilizó a su antojo, además de problemas legales y vecinales por la tenencia de la tierra.

Esa dinámica antigua ha hecho que los habitantes guarden silencio ante los problemas que les ha traído la construcción del Interurbano, llamado recientemente El Insurgente por el gobierno de López Obrador. Primero, el miedo a ser desalojados con violencia. Luego, expropiados con indemnizaciones mínimas. Ahora temen a los daños por la construcción y a un tren que les pasará encima a una velocidad de 160 kilómetros por hora. Aún así, rechazan la opción de irse.

"Hemos trabajado como burros por una vivienda digna. Por eso decidimos que vamos a vivir aquí toda la vida, así nos quedemos con el animal encima",

dice María del Rocío Castillo, vecina de la manzana 16.

Un laberinto de minas en el subsuelo



En los años 40 y 50, lo que hoy es la colonia Liberales de 1857 era una mina que se explotaba para obtener arena y grava. Su herencia quedó marcada en el subsuelo con laberintos y cavidades cuyo número y ubicación se desconocen al día de hoy, reconoce Jorge Reyes de la Rosa, director de Protección Civil y Zonas de Alto Riesgo de la Álvaro Obregón.

El director, que ha trabajado en la alcaldía durante 20 largos años, explica que el riesgo está ligado la ubicación: una barranca con material de arrastre del suelo que puede provocar movimientos, a la humedad del vaso regulador de la Presa y a la herencia minera que dejó terrenos que fueron rellenados con cascajo u otros materiales desconocidos.

"Al día de hoy no sabemos si mañana vamos a tener viviendas con daños por la obra o por una mina. Tenemos hundimientos diferenciados del terreno por algunas cavidades que no sabemos cómo van a reaccionar con el paso de camiones pesados, maquinaria, el peso de la misma obra, las vibraciones, las excavaciones… y todo eso vulnera más las condiciones de vida de los ciudadanos de esta franja, particularmente de Liberales",

detalla Reyes.
Sin escrituras, entre minas y con el Tren Interurbano encima

A la altura de la colonia Liberales de 1857 el trazo del tren pasa casi pegado a las viviendas.
Crédito: Paola Reyes

La colonia nació ligada a esa realidad. Al principio, eran menos de 20 familias que habitaban la periferia del terreno, Leonor llegó entre ellos, su padre trabajaba en la mina y el dueño de esta le cedió un pedazo de tierra para vivir. Pero cuando la actividad minera cesó, un grupo de personas lideradas por la asociación Liberal Benito Juárez, llegó a invadir la propiedad el 20 de noviembre de 1976.

"Llegaron aquí con la indicación de venir a poner casitas de cartón. A cambio de cuotas, acudir a marchas y faenas de apoyo podrían tener un patrimonio",

cuenta Rosa Hernández.

Los integrantes, además de pagar por el lote, debían ir a manifestaciones en respaldo a políticos. Lo hacían buscando certeza jurídica de su vivienda y dádivas de los gobernantes en turno. La práctica fue promovida por el PRI, luego por el PRD y se ha mantenido con los cambios de gobierno de Morena y el PAN en esta y otras alcaldías de la Ciudad de México.

Lo que algunos llamaban El Salitrero se pobló de casas de lámina y cartón que con el paso de los años, y como el bolsillo lo permitía, fueron transformándose en cuartos de ladrillo y pisos autoconstruidos de hasta tres o cuatro niveles. Desde entonces, esa zona considerada de riesgo sumó a sus problemas la corrupción de la asociación que dejó a más de cuatro mil habitantes en incertidumbre jurídica de la tenencia de su vivienda.

Margarita Giles, por ejemplo, fue de las primeras habitantes de la ocupación. Ha vivido 43 años en la calle José de Emparán, más de la mitad de su vida. Pero la asociación vendió su predio dos veces y a ella la acusaron de despojo. Pasó año y medio en prisión. Aunque recuperó su vivienda, al día de hoy no tiene escrituras.

"¿Después de haber vivido todo eso, por qué me iría? ¿A dónde me iría?",

dice Margarita.

Sin estudios, sin certeza



El trazo original del Tramo III tenía una ruta distinta, avanzaba por la avenida Vasco de Quiroga hasta llegar a Observatorio. Sin embargo, hubo una fuerte oposición vecinal al proyecto que requería expulsar a algunas familias para poder liberar el Derecho de Vía e iniciar la construcción.

A finales de 2015 el gobierno anunció el cambio de trazo a la Presa Tacubaya, pasando por la avenida Minas de Arena y desembocando en la terminal. El gobierno contaba ya con bienes de dominio público como la Presa y las Líneas de Alta tensión de la Comisión Federal de Electricidad que hacían aparentemente más fácil el avance de la obra. La zona, sin embargo, no era simple técnicamente.

Según el Atlas de Riesgo de la CDMX, hay una falla y una fractura geológica cercanas al trazo del tren. Se han presentado sismos locales, hundimientos e inundaciones. Hay pocas minas mapeadas, pero las que no están plenamente ubicadas son una amenaza latente. La existencia de estas vulnerabilidades está contemplada en el estudio de impacto urbano que realizó la empresa Senermex Ingeniería y Sistemas S.A. de C.V. en 2017 para la obra del Interurbano.

“Existe el riesgo de que las minas se colapsen debido a factores naturales y antrópicos, como la sobre carga, vibraciones”, se explica en el estudio. Aunque prevén que los hundimientos o agrietamientos pueden permitir anticipar el problema, también “pueden presentarse colapsos súbitos con consecuencias como la pérdida de la infraestructura afectada y eventualmente vidas humanas”, se lee en el documento.

La empresa señala que el riesgo de hundimiento a causa de las minas es bajo porque no encontraron ninguna en el trazo exacto del tren, sin embargo especifica que se requieren análisis periódicos de mecánica de suelo para determinar las capacidades de carga del terreno, evitar socavones y afectaciones a las estructuras, sobre todo si son elevadas o con gran capacidad de soporte. También recomendó medidas preventivas para el alto riesgo de inundaciones a lo largo del trayecto del tren, considerando que debajo del trazo pasa la tubería que distribuye el agua que baja de la presa. El terreno es un reto de ingeniería.

En junio de 1993 el entonces Departamento del Distrito Federal realizó un estudio del subsuelo de la colonia Liberales de 1857, es el único documento en poder de los habitantes. La conclusión del análisis es que se realizaron rellenos de las minas sin control, por lo que pueden haber asentamientos diferenciales del terreno. “Este tipo de hundimientos se seguirá presentado en esta colonia debido a las características del relleno existente, durante tiempo futuro”.


Diagrama minas
El mapa muestra la zona de explotación minera en 1959 de la Colonia Liberales de 1857. Las minas fueron rellenadas con materiales no identificados posteriormente.

Minas
Un grupo de vecinos al interior de una mina. En los 90 los habitantes comenzaron a detectar socavones en viviendas y vialidades.

Diagrama minas
En algunos casos, dentro de las minas se colocaron muros de costales para evitar el colapso de la cavidad.

"Este es un problema no del tren, sino de la zona"

explica Efraín Ovando Shelly, ingeniero civil especializado en mecánica de suelos e ingeniería sismológica.

"La recomendación podría ser usar pilotes apoyados en terreno firme, a partir del análisis del tipo de suelo y de la condición real de cada caverna"

Ovando Shelly, Investigador Titular del Instituto de Ingeniería de la UNAM, enfatiza la importancia de contar con estudios actualizados que permitan tomar las mejores decisiones en un proyecto magno, con tantas afectaciones para los habitantes de la zona. Recomienda estudios del subsuelo actualizados, de impacto urbano y social, no sólo de los posibles daños a las viviendas sino el efecto del ruido entre los habitantes y, además, una auditoría técnica externa para revisar las adecuaciones naturales que el proyecto requiere.

Sin embargo, la obra estuvo parada durante años y ni el gobierno local ni el gobierno federal han hecho pública la actualización de los estudios de mecánica de suelo, de protección civil, ni de impacto urbano, ambiental y social. La información existente no analiza a detalle la vulnerabilidad de los asentamientos humanos de la zona. La Sobse dijo en entrevista que en 2022, cuando cambiaron al contratista, se actualizaron los estudios, pero al momento no han entregado copia de los mismos.

Sin escrituras, entre minas y con el Tren Interurbano encima

En agosto de 2023, un taladro perforaba a escasos metros de las viviendas. El miedo entre los habitantes comenzó a surgir.
Crédito: Paola Reyes

La Alcaldía Álvaro Obregón asegura que no conoce la documentación que acredite que hay un conocimiento pleno de las características geológicas y sociales de este territorio.

"Son obras muy complejas, son piezas de 350 toneladas y hasta 400 toneladas. Históricamente en la Ciudad no habíamos tenido esta magnitud de obra y esta complejidad"

Reconoció Jesús Antonio Esteva Medina, titular de la Sobse en la conferencia mañanera del 18 de septiembre pasado, al presentar los avances de una obra que inició hace una década y que para el tramo de la Ciudad de México ha recibido alrededor de 23 mil millones de pesos, según la información pública de la dependencia capitalina.

Un futuro desolador



En la calle Río Tacubaya esquina con Molino de Santo Domingo un grupo de 10 mujeres comparten mesa debajo de una carpa que las protege del sol. Es uno de los dos paros vecinales que han logrado detener el avance de la obra durante los últimos dos meses y medio. Hacen turnos de medio día.

Desde ahí recuerdan que en 2015 el gobierno calmó su temor a la expropiación diciéndoles que no las iban a sacar de sus hogares. También les prometió que la obra no iba a causar ningún daño a las viviendas. Esa promesa está incluso inmortalizada en la página web de la Sobse: no habrá afectaciones pues “se utiliza un método constructivo probado a nivel mundial, innovador y no invasivo”.

Sin escrituras, entre minas y con el Tren Interurbano encima

En el cuarto de los nietos de Leonor Corona un pedazo del techo cayó producto de las obras del Tren. Es una de las casas con afectaciones importantes de la obra.
Crédito: Paola Reyes

"Imagínate los temores que surgen ante algo así, cuando llevas 47 años esperando por las escrituras de tu casa, cuando no tienes un papel que te proteja. Nos dicen ‘pues ustedes decidieron vivir aquí’ y sí, tienen razón, pero creo que también podemos luchar por mejores condiciones de vida"

dice Beatriz Hilario, cuya casa, en la esquina de Guillermo Prieto, tiene un pedazo que pertenece a la zona federal.

Han visto el deterioro de las casas más cercanas al trazo, detectado problemas en las tuberías y padecido inundaciones. Entre el polvo y el ruido de una obra que se reactivó apenas hace un año se hicieron conscientes de que las afectaciones no eran menores y que el riesgo a perder su patrimonio seguía ahí, no por una expropiación sino por habitar un terreno complejo. A pesar de ello, los conflictos internos prevalecen: invasión de lotes, acuerdos con gobernantes para recibir apoyos y división entre los mismos habitantes.

Su movimiento tomó eco cuando una dovela de 90 toneladas cayó sobre una camioneta y un taxi en la Calzada Minas de Arena, colonia Acueducto. Las viviendas y negocios de esta parte del trazo están separados por una calle de la zona de construcción.

"Si eso hubiera ocurrido más arriba, en la zona de Liberales o Capulín, la historia hubiera sido otra"

dice Raúl Martínez, quien ha impulsado el movimiento Vecinos Unidos Tren Interurbano y demandado información completa sobre las afectaciones presentes y futuras de la obra.

Para él lo más urgente es conocer la estrategia de prevención de riesgos. “No hay nada que hoy ni cuando el Tren esté en operación nos garantice que no va a ocurrir un accidente”.

Han estado en pláticas con el gobierno de la CDMX. Piden garantías: que todo daño a las viviendas y a las colonias sea reparado, que haya una mejora barrial y les doten de los servicios que les faltan y que creen un fideicomiso que se alimente con las ganancias del Interurbano para garantizar que haya dinero para atender las posibles afectaciones del Tren en operación.

En el estira y afloja, Leonor Corona ha perdido el sueño, anhela poder vender su casa a un precio justo.

"Tengo miedo. No puedo ni dormir de estar pensando todo lo que se nos viene. No es sólo lo que ya está pasando, es el peligro constante de que vamos a estar ahí para toda nuestra vida"

“No hay mayor riesgo”



Sandy Muñoz, encargada de la obra en representación de la Sobse, explica que el Derecho de Vía fue asignado por la SICT y asegura que los trabajos que se han realizado cerca de las viviendas son sólo de contención para evitar que el suelo de la colonia Liberales de 1857 se vea afectado. También dice que su mayor reto es mantener la estabilidad del terreno porque están construyendo en un vaso regulador que sigue operando.

"No hay mayor riesgo en cuanto a decir esto es una perforación y se va a venir una vivienda. No. Tengan la seguridad que los trabajos que estamos haciendo no tienen ningún riesgo”, recalca. No obstante reconoce que hay viviendas afectadas y que la dependencia está realizando un censo para ubicarlas.

La funcionaria asegura que en esta zona no se instalarán ballenas, sino dovelas. “No vamos a negar el riesgo de accidente, pero las medidas de seguridad han sido implementadas desde un inicio y seguirán siendo reforzadas para evitar cualquier incidente”.

Una década de construcción








Texto: Alejandra Crail


Fotos y Video: Paola Reyes y Archivo EL UNIVERSAL

Diseño Web: Rodrigo Romano

Publicado: 11-febrero-2024