Se extiende el consumo
de fentanilo a Sinaloa
El incremento coincide con el endurecimiento de los Estados Unidos en contra del Cártel de Sinaloa; en los primeros cinco meses del año se han registrado 59 sobredosis.
Publicado: 25-junio-2023
Por: Miriam Ramírez
Él parecía estar profundamente dormido, sumergido en una apnea que por instantes lo dejaba sin respiración. Ellos, sus amigos, lo trasladaban apurados. Se dirigían al área de urgencias del Hospital Civil de Culiacán. Su corazón apenas latía. Estaba agotado, a punto de entrar en un paro respiratorio. 28 años. Sin antecedente de enfermedades cardiovasculares. La doctora que lo recibió sospechó de una posible sobredosis. Pidió que le entregaran una dosis inyectable de naloxona, el medicamento que revierte los efectos anestésicos de los opioides. El antídoto funcionó y de inmediato el joven volvió a respirar. Había consumido M30, una pastilla con fentanilo que le causó una sobredosis que por poco acaba con su vida.
La historia se repite cada vez más en esta ciudad, capital del estado y del Cártel de Sinaloa. El consumo de fentanilo se ha incrementado en los primeros meses del 2023. Entre enero y mayo los hospitales del sector público local atendieron a 59 pacientes intoxicados, según registros de la Secretaría de Salud Sinaloa, un promedio de tres personas por semana.
La cifra no incluye los reportes del IMSS, el ISSSTE ni las clínicas privadas; tampoco los casos de personas que murieron antes de llegar al hospital.
Esto de contar sobredosis es algo nuevo para el gobierno, apenas inició en enero pasado porque en 2022 los casos todavía se consideraban aislados.
El panorama es ahora complicado: el gobierno estatal reconoce que se enfrenta a la falta de pruebas toxicológicas en hospitales públicos, a la escasez de naloxona en clínicas rurales y serranas y a un subregistro de muertes.
Sí nos está generando un problema de salud pública. Es un tema prioritario”, afirma en entrevista Cuitláhuac González Galindo, secretario de Salud de Sinaloa.
Para este reportaje se entrevistaron a médicos y autoridades que han atendido directamente a personas con sobredosis de fentanilo; también a consumidores. Contaron que la droga la utilizan fumada o inhalada, en polvo o en pastillas, mezclada o pura.
Los doctores han atendido a personas que se intoxicaron con cocaína o metanfetamina mezclada con fentanilo, y algunas revelaron que la sobredosis se dio al manipular la sustancia para producir pastillas de forma ilícita, es decir, mientras trabajaban en un centro de producción de droga.
Sinaloa ocupa el primer lugar del país con más centros clandestinos para procesar tabletas con fentanilo y también mantiene el tercer lugar con más aseguramientos de pastillas y toneladas del opioide en polvo, según registros de la Secretaría de la Defensa Nacional, solo después de Sonora y Baja California.
En abril pasado, el gobierno de Estados Unidos acusó formalmente al Cártel de Sinaloa y a 28 miembros de la organización de encabezar una operación para “inundar” de fentanilo las calles del país norteamericano y endurecieron las sanciones y la cacería de los líderes del cártel.
El problema se ha focalizado en Estados Unidos y Canadá, mientras que en México el consumo ha generado preocupación en la frontera norte, principalmente en Tijuana. Sin embargo, en los meses recientes la sustancia comenzó a consumirse también en las calles de Sinaloa.
Manuel Velázquez Ceballos, enlace en Sinaloa del Centro de Integración Juvenil, explica que el consumo de drogas también está vinculado a las zonas de producción y trasiego de las sustancias. Por su experiencia, sabe que en los lugares donde se produce y se traslada la droga se va dejando una huella de consumo que se eleva cuando las autoridades incrementan sus estrategias de control.
En la medida que Estados Unidos ha tenido mayor restricción en el ingreso ilegal de la droga, pues la sustancia se queda más”, advierte.
Según la estadística del Sector Salud, el 80% de los pacientes atendidos por sobredosis son hombres en un rango de edad de 30 a 55 años. Las hospitalizaciones han sucedido en los municipios más poblados: Culiacán, Mazatlán y Ahome. En el primero se concentra la mayoría de los casos.
Emilio Urrecha López, director de la clínica de rehabilitación Sinaí, una de las pocas que trata consumidores del opioide sintético, reconoce que el problema toca a la puerta y no se está haciendo lo suficiente.
Tenemos el temor de que, así como se desbordó el cristal (metanfetamina), tenemos ya muy cerca el tema del desborde del fentanilo”.
Se solicitó entrevista con las secretarías de Seguridad de Sinaloa y federal pero no aceptaron. Sucedió lo mismo con la Secretaría de Salud federal, esta última solicitó un cuestionario de preguntas que nunca respondió.
El fentanilo protagoniza la transición de una droga emergente que se suma al repertorio de sustancias existentes y se adapta a las mismas prácticas de consumo arraigadas, explica la titular de la Comisión Estatal para la Prevención y Atención de las Adicciones de Sinaloa, Martha Torres Reyes.
La especialista recuerda que este cambio es similar al proceso que se dio en los 2000 con la consolidación de la cocaína, y una década después, con la metanfetamina. Sin embargo, enfatiza que la ingesta de fentanilo en dosis incorrectas es más letal que las otras sustancias.
“Estamos viendo el surgimiento de una droga que está causando estragos a nivel de muerte”, destaca.
La doctora también es la encargada del área de urgencias del Hospital Civil de Culiacán, una institución pública que brinda servicios de salud a bajo costo y que funciona además como hospital-escuela de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
En esta sala, Torres Reyes ha atendido a seis personas con sobredosis de fentanilo, dos fallecieron poco antes de llegar al hospital.
En los primeros casos no teníamos ni idea de qué pudiera ser esta droga, pero te encuentras con el acompañante, la pareja o la mamá que nos dicen: ah, es que consumió M30, consumió un polvito muy fino, muy blanco o una pastilla de color rosa o de color azul”.
A principios de mayo pasado, dos mujeres y dos hombres jóvenes fueron encontrados inconscientes en un área despoblada en la comunidad rural de La Noria, un poblado serrano a unos 35 kilómetros de Mazatlán, en el sur de Sinaloa. Se habían internado en el monte para ingerir drogas, y aunque ellos creían que no habían consumido fentanilo, experimentaron una sobredosis por opiáceos que provocó la muerte de uno de los varones.
Ya ha pasado más de un mes y otro de los intoxicados aún se mantiene hospitalizado y conectado a un ventilador artificial. De sobrevivir presentará lesiones severas neurológicas, pulmonares y respiratorias, afirman los médicos que lo atienden.
Ante el incremento de estos casos, Velázquez Ceballos, del Centro de Integración Juvenil, advierte que la falta de información estadística no permite dimensionar la realidad de la crisis sanitaria.
“No sabemos realmente lo que está pasando en el consumo, lo único que tenemos son las referencias de los pacientes”, dice con preocupación.
Y cuestiona:
Qué pasa con los pacientes que se están muriendo y que en el acta de defunción le están poniendo que fue un infarto, pero no era un infarto, sino que iba en una sobredosis”.
DATOS
Entre enero y mayo los hospitales del sector público local atendieron a 59 pacientes intoxicados, un promedio de tres personas por semana.
El 80% de los pacientes atendidos por sobredosis son hombres en un rango de edad de 30 a 55 años.
Sinaloa ocupa el primer lugar del país con más centros clandestinos para procesar tabletas con fentanilo
Entre las lesiones comunes que suelen presentar los cocineros de drogas están las quemaduras en el cuerpo y en las vías respiratorias
“Estamos viendo el surgimiento de una droga que está causando estragos a nivel de muerte”
Martha Torres Reyes
La droga anestesiaba sus quemaduras
Su rostro, brazos y abdomen estaban completamente quemados. Los médicos lo observaban sorprendidos. La piel mostraba un color rosa vibrante. Cualquier otro, comentaban entre ellos los doctores, experimentaría un dolor insoportable. Pero él estaba consciente, tranquilo y callado. Se había quemado mientras cocinaba fentanilo, pero la droga había anestesiado su cuerpo.
En Sinaloa las atenciones de hombres quemados con químicos en sus extremidades y en las vías respiratorias son comúnmente asociadas a personas que trabajan en laboratorios clandestinos de drogas sintéticas, explica la doctora Martha Torres. Sin embargo, con la llegada del fentanilo, el tipo de lesiones entre los llamados “cocineros” han comenzado a cambiar, como sucedió con el de la quemadura indolora de segundo y tercer grado.
Este caso nos puso en alerta. Una quemadura por cualquier otra cosa, sea que le explote el boiler, gasolina u otro químico, son quemaduras muy dolorosas. El fentanilo, su principal efecto, es ser un potente anestésico y, qué pasa, que le produce una quemadura indolora, al menos mientras tenga el efecto”, explica.
Entre las lesiones comunes que suelen presentar los cocineros de drogas están las quemaduras en el cuerpo y en las vías respiratorias, daños en el hígado, riñones y lesiones al sistema nervioso.
También se han registrado casos de sobredosis entre las personas que se dedican a manufacturar pastillas de fentanilo, explica el titular de la Secretaría de Salud estatal, González Galindo.
“Hay mucha experiencia en el manejo del paciente intoxicado aquí por drogas porque con tanto laboratorio que existe o que ha existido en la historia del estado, obviamente a los pacientes los pueden identificar clínicamente desde que los ven”.