CUERNAVACA, Mor.- En 2015 el bebé de Lourdes nació con 55 puntos en sus niveles de plomo en la sangre, el más alto de las mediciones obtenidas por investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y, de acuerdo con instituciones de investigación, ese grado de penetración del metal en la sangre fue la consecuencia de cocinar durante tantos años con loza de barro vidriado con plomo.
El caso fue detectado en el hospital regional del IMSS en Cuernavaca y posteriormente un equipo de Pure Hearth México, una organización que trabaja en coordinación con expertos del INSP en el tema de barro vidriado con plomo, visitaron la casa de Lourdes y confirmaron que el plomo estaba presente en utensilios de cocina.
“Sí, de hecho, fueron varias personas a mi casa a hacer investigaciones y detectaron lastimosamente que era por el uso de los utensilios de cocina, parece raro, increíble, pero así es”, dice Lourdes.
Para bajar los grados de plomo en “Antonio” (nombre ficticio) lo sometieron a un tratamiento de tres años en distintos hospitales de Morelos, sin embargo, tardó más que otros niños de su edad en gatear, caminar, enderezar la cabeza y a sus siete años todavía acude a terapia de lenguaje, cuenta la madre de familia.
Martha María Téllez Rojo, doctora en epidemiología, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y especialista en el tema, dice que los efectos tóxicos en salud son diversos, pero el más frecuente es que los niños expuestos al plomo desde el vientre materno tienden a desarrollar menos inteligencia.
Además, la edad gestacional se reduce, los niños pesan menos y su proceso de crecimiento se inhibe por la presencia del plomo.
Está documentado asimismo que el plomo en el largo plazo afecta en el desarrollo de la hipertensión y está asociado a la muerte prematura, y en las mujeres en edad reproductiva entre mayor exposición a plomo tienen, sus bebés pesan menos al nacer.
El tema del plomo en la sangre ha sido estudiado con mayor énfasis en los últimos 20 años y en 2019 el INSP publicó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018-2019, cuyos resultados arrojaron que casi una quinta parte, (17.4%) de los niños del país, de 1 a 4 años de edad, presentan niveles de intoxicación por plomo, lo cual representa cerca de 1.4 millones de infantes.
Los datos obtenidos por la ENSANUT confirmaron que el uso de loza de barro vidriado con plomo es la fuente prioritaria de exposición, pero también documentaron que no es la única vía.
El tema concitó el interés de las autoridades y ese año, bajo el liderazgo del Consejo General de Salubridad, se aprobó el programa de Acción inmediata para el control de la exposición a plomo en México, pero llegó el Covid y frenó los trabajos de campo.
En el esfuerzo para convencer y capacitar a los alfareros de cambiar al uso de esmalte sin plomo participan el INSP, la Secretaría de Salud, Cofepris, IMSS, FONART, autoridades municipales, así como organizaciones civiles y fundaciones como Pure Hearth y Clarios. También buscan concientizar a los clientes de comprar piezas abrillantadas con esmalte libre plomo.
En este esfuerzo coordinado, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) presentó en agosto pasado el Sello Sin Plomo, marca registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) que otorgará a los talleres artesanales que cuenten con un reconocimiento vigente y renovable por un año, para incentivar la producción y consumo de obras de alfarería elaboradas con esmaltes libres de plomo.
Para la investigadora Martha María Tellez el porcentaje de contaminación por plomo debería ser considerado como una emergencia nacional, como en Estados Unidos, donde en 2016, en Flynt, Michigan, el gobernador declaró estado de emergencia de salud al detectarse plomo en el suministro de agua potable a la ciudad, porque los niveles de intoxicación en los niños subieron de 4 a 11%, más menos.
“Nosotros en el país tenemos 17.4 y hay estados con 40%, deberíamos de estar en una emergencia nacional en estos estados, como Puebla, San Luis Potosí, Hidalgo, Estado de México”, expuso.
Otro dato que llamó la atención de los investigadores fue que, en 2021, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el valor de referencia de plomo en la sangre bajó de 5 a 3.5 microgramos por decilitro de sangre, y si una persona tiene por arriba de ese nivel se considera que tiene datos de intoxicación y es candidata a tratamiento. Si está por debajo se considera aceptable; el nivel sería cero.
En el caso de México el grado de referencia es 5 miligramos por decilitro para mujeres embarazadas y menores de 15 años, y para bajarla se promovió en Cofepris la revisión de la Norma Oficial Mexicana correspondiente (NOM-199-SSA1-2000) para disminuir el valor criterio de plomo en sangre de 5 a 1 microgramos por decilitro, ya que hay daño a cualquier concentración de plomo en sangre.
La ENSANUT 2019 deja ver estados con uso de barro con plomo, asociados a prevalencias altísimas de intoxicación, y también entidades con una prevalencia bajísima como si hubiera un programa de control de exposición, como Sinaloa y Tabasco.
Por eso, Téllez Rojo, líder del estudio, destaca el programa para el control de la exposición a plomo porque es el primer plan en la historia dirigido a cambiar el proceso de la loza de barro vidriado, además de considerar como lo más importante la labor del alfarero, las tradiciones y que la producción se realice de manera segura para el alfarero y la población, con esmalte libre de plomo.
La investigadora se refiere al barniz que cubren las cazuelas, ollas, vasos y platos de barro, cuyo brillo se adquiere mediante la mezcla de agua y el polvo conocido como “greta”, compuesta por oxido de plomo y sílice.
De acuerdo con la versión actualizada del ENSANUT 2018-2019, cuya prevalencia de intoxicación fue de 17.4% en niños de 1 a cuatro años, se considera que en la mitad de los casos sus familias usaron loza de barro vidriada en los últimos tres meses para cocinar, comer o almacenar alimentos, y la otra mitad se debió a diversas fuentes de exposición que tratan de identificar.
El barniz tiene plomo y eso hace que el alfarero este expuesto y tenga niveles de plomo muy elevados, pero la mayoría muestra renuencia a abandonar su método para abrillantar la loza, como Juan Allende Rojas, habitante de Tlayacapan, Morelos, que sigue la tradición de sus ancestros y usa la greta sin ningún tipo de protección.
A mano limpia disuelve la greta con agua y sólo cubre su boca con su camisa para evitar aspirar de forma directa el polvo mientras cae al bote de agua. Luego mezcla por unos cinco minutos y a base de un cálculo obtenido con la experiencia logra un líquido espeso, para sumergir sus utensilios de barro y después apilarlos en un horno rústico para quemar su barro y obtener el brillo que exige el cliente.
“Eso del plomo en la sangre es mentira. Hace 20 años fui representante de mis compañeros y nunca me pudieron comprobar que mi loza tuviera plomo, en cambio hay una señora que se metió al programa de barniz sin plomo y se enfermó feo.
“Para mí son cosas del gobierno que nos quiere dejar sin trabajo para que entren empresas grandes en la producción del barro. De por sí ya no tenemos ganancias, imagínese si le quitamos el brillo pues nos quedamos más pobres”, dice Juan.
Eduardo Ayala, dirigente actual de los alfareros en Tlayacapan, municipio líder en producción de barro vidriado, afirma que durante muchos años han intentado convencer a sus compañeros de usar otro producto sin plomo para barnizar el barro, pero al final vuelven a usar la greta porque los clientes así lo piden.
Sin embargo, crece una corriente de alfareros que usa el esmalte sin plomo con resultados de éxito en el brillo de sus piezas y, sobre todo en la venta. El nuevo tratamiento es empujado desde Cohuecan, Puebla, principal abastecedor de barro con plomo para el mercado del centro del país, y también de la greta.
En México hay comunidades donde los niños que están expuestos al plomo desde el vientre materno. Estos son los problemas que presentan...
Quienes sobreviven a una intoxicación severa por plomo, a menudo sufren daños neurológicos irreversibles como sordera y retraso mental.
Los niños menores de cinco años son los más afectados, ellos absorben hasta cinco veces más cantidad de plomo que un adulto, ya que su sistema nervioso está en desarrollo